martes, 24 de noviembre de 2009

Caperucita Roja y el Lobo

Esto es una traducción propia del cuento en verso de Roald Dahl Little Red Riding Hood and the Wolf. Esta es una traducción completamente diferente de la propuesta en la edición de Alfaguara, traducción de Miguel Azaola.

Tan pronto como el lobo sintió impaciente
que  le gustaría un bocado decente,
a la puerta de la abuela llamó.   
Cuando ella abrió la puerta, vio   
la horrible sonrisa de blancos dientes
y el lobo preguntó ¿Quiere que entre?
La abuela estaba aterrada
«¡me va a devorar!», gritaba.
Y ella no se había equivocado,
pues se la comió de un bocado.
Pero la abuelita era pequeña y dura,
 y el lobo se quejó, «¡esto el hambre no me cura!».
« ¡Todavía no he empezado a sentir
que me haya dado un buen festín! ».
Dio vueltas gritando con desesperación,
« ¡Necesito ahora mismo otra ración!».
Entonces dijo con mirada espantosa,
«A la pequeña Caperucita Roja
aquí a ella la pienso esperar,
hasta que vuelva a casa de pasear».
Se puso veloz el pijama de la abuela
(al lobo feroz no le gusta la franela).
Con el camisón y el gorro se vistió
y después los zapatos se ató
e incluso se peinó y rizó el pelo,
y se sentó en la silla, no en el suelo.
Entró una chica de rojo vestida
se paró, lo miró y dijo sorprendida:
« Abuelita, qué orejas tan grandes tienes».
« Son para oírte mejor», respondió el lobo.
«Abuelita, qué ojos tan grandes tienes»,  dijo Caperucita.
«Son para verte mejor»,  respondió el lobo.
El lobo la miraba y sonreía,
pensando que se la comería.
Después de a su abuela probar,
la niña sería un auténtico manjar.
Entonces dijo la pequeña Caperucita:
«Qué abrigo de piel más bonito llevas, Abuelita».
« ¡Mal! replicó el lobo.¿No mientes
si no hablas de mis GRANDES DIENTES?».
«Da igual, no importa cómo lo hagas,
te comeré con todas mis ganas».
La pequeña sonrió y un ojo guiñó,
y de las bragas una pistola se sacó.
Apunta a la cabeza de la fiera
y pum, de un disparo hizo que cayera.
En el bosque hace unas semanas,
vi a Caperucita recogiendo manzanas.
¡Pero qué cambio! ahora anda sin la capa,
y la capucha su cabeza ya no tapa.
Dijo la pequeña: «Hola, por favor mira
el precioso ABRIGO DE LOBO que llevo encima»

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